
“Estrenamos ante el pueblo capitalino con una actuación coral de la canción ‘Victoria de Dien Bien’, del compositor Do Nhuan, en la que participaron más de 50 personas”, evocó la teniente coronel Tran Thi Nga, antiguo miembro de la Compañía de Representación Artística de la Dirección General de Política del Ejército Popular de Vietnam. Con los ojos irradiando regocijo, canturreó esa obra “En esta temporada brotan las flores, el Noroeste rebosa de alegría…”.
En aquel histórico 10 de octubre de hace siete décadas, la muchacha de 16 años con brillante sonrisa Tran Thi Nga, oriunda de la provincia norteña de Hai Duong, junto con otros miembros de la Compañía de Representación Artística, se encargó de agitar banderas y flores desde el convoy del ejército libertador que se dirigía a la capital.
Thi Nga dedicó la primavera de su vida a las actividades artísticas en la primera línea del frente durante los años 1950, teniendo como escenario desde la campaña de Dien Bien Phu hasta el día de la entrada triunfal en Hanói. Su trabajo, además de alimentar la llama de la lucha, ayudó a cuantiosos combatientes heridos a superar el dolor físico mientras convalecían en cama. Cuando la artista evoca los hechos de aquella época le parecen que sucedieron ayer y siente una desbordante nostalgia.
En 1952, Tran Thi Nga se despidió de su familia en la provincia de Bac Giang para ingresar en la Compañía de Representación Artística de la Dirección General de Política, siendo una de las cuatro personas seleccionadas por el compositor Do Nhuan. Tenía solo 14 años.
Los primeros días en el cuartel se quedó desconcertada por lo diferente que era la vida bajo el mando. De día, sus compañeros y ella se entrenaban y aprendían a bailar, cantar y actuar de manera militar. Por la noche, ofrecían actuaciones en las unidades del ejército. La voz de las jóvenes artistas alentaba a los soldados de primera línea, les hacía crecerse ante las adversidades y los sufrimientos físicos y espirituales.
A finales de 1953, a la Compañía se le asignó un nuevo territorio, Dien Bien. Solo dos de las artistas elegidas eran chicas, entre ellas Thi Nga. Durante el traslado, la delegación ensayaba de día y marchaba de noche. El recorrido parecía infinito, con bosques tras bosques, montañas tras montañas, en medio de los bombardeos enemigos. Igual que las fuerzas de combate, los artistas se preguntaban hacia dónde se dirigían, a lo que un funcionario respondió: “Donde haya enemigos, allí iremos”. La respuesta les alentaba a seguir la adelante. El equipo no conocía ni el miedo ni la tristeza -recordó la entrevistada- su espíritu siempre estaba alto, animando a sus miembros y a los soldados de guía.
Al llegar a Dien Bien, la unidad artística se estacionó en las afueras de la base revolucionaria de Muong Phang. Cada noche ofrecía actuaciones a los soldados, a los civiles encargados de tareas de apoyo al ejército y a los artilleros. Antes de la batalla de Him Lam, considerada un preámbulo importante de la legendaria campaña de Dien Bien Phu, envió a tres artistas masculinos al frente para animar a las tropas.
Responsables de brindar apoyo espiritual en el atroz campo de batalla, la delegación de Thi Nga fue dividida en grupos para acompañar a cada pelotón y compañía justo en las áreas de trincheras. A ella y sus colegas les gratificaban tremendamente los aplausos, las sonrisas y las miradas brillantes de los soldados recién regresados del frente luego de horas defendiendo sus posiciones, cavando trincheras, combatiendo a las tropas enemigas...
En las remembranzas de la veterana, su equipo se presentaba de forma alterna para varios contingentes. Hubo momentos en que el día anterior atendió a una batería de artillería, pero al regresar al día siguiente toda la unidad había fallecido. “Las pérdidas eran inmensas, sentíamos un profundo pesar. Íbamos al lugar donde estaban enterrados y colocábamos flores silvestres en señal de homenaje”, narró emocionada.
Posteriormente, frente a la lucha cada vez más tensa con combates feroces, a los artistas militares se les ordenó que suspendieran su trabajo y se dispusieran a construir una carretera de casi 10 kilómetros alrededor del camino hacia el cuartel general en Muong Phang. Durante ese período, el personal improvisado llamó la atención del General Vo Nguyen Giap.
La señora Nga en su juventud.
La señora Nga en su juventud.
Sonriendo mientras se ajustaba las gafas, Thi Nga recordó que una vez el equipo había interpretado el “xoe Thai” (un baile de la etnia Thai cuyos movimientos simulan actividades humanas en sus rituales, cultura, vida y trabajo). Como solo había tres muchachas, faltaba una danzarina y un artista tuvo que disfrazarse para hacer su papel. Al término de la actuación, el General Vo Nguyen Giap los felicitó personalmente y a la cuarta danzarina, a la que dio una palmada en el hombro, le preguntó: “¿Por qué te vistes así?”. El chico le respondió: “Señor, lo hice porque a nuestra unidad le faltan miembros femeninos”.
En aquella época los productos de maquillaje y disfraces eran muy escasos, principalmente se recolectaban en los puestos enemigos que se tomaban, como ropa de mujer, y luego se enviaban a las unidades de representación artística, explicó Thi Nga.
Otra vez, cuando la compañía fue a actuar al cuartel general, el General Giap encargó al compositor Do Nhuan crear canciones sobre Dien Bien. Poco después nació la obra musical “Liberación de Dien Bien”, que el autor enseñó verso por verso a los artistas militares y luego se transmitió oralmente.
En los momentos pico de la campaña había heridos que sangraban mucho y no tenían acceso a medicamentos. Los artistas militares acometieron la tarea de atenderlos en dispensarios acondicionados en cuevas, además de lavar ropa y cocinar para los soldados. Las cirugías realizadas en tales condiciones eran urgentes y sin analgésicos, lo que causaba inmensos dolores a los pacientes. Para aliviar sus sufrimientos, sus cuidadores les hablaban o cantaban.
Nuestro vehículo ahora está entrando en Hang Dao, continuando hacia Hang Ngang, Hang Duong hasta el mercado de Dong Xuan... ¡Oh! Es imposible expresar mis emociones al pasar por los lugares de la querida capital…
En la foto, de izquierda a derecha: los actores Ngoc Thanh y Tran Nga y los músicos Van Chung y Me Dien.
En la foto, de izquierda a derecha: los actores Ngoc Thanh y Tran Nga y los músicos Van Chung y Me Dien.
La tarde del 7 de mayo, cuando todos estaban construyendo el último tramo de la carretera, escucharon un grito muy fuerte de un soldado que iba en bicicleta: “¡Camaradas, el enemigo se ha rendido! Dien Bien ha sido liberado, camaradas!”. En ese momento, todos estallaron de felicidad, abrazándose y vitoreando.
Tras la victoria de Dien Bien Phu, que daría lugar a la firma de los Acuerdos de Ginebra, el equipo de representación artística marchó con alegría de Dien Bien a Thai Nguyen. Allí vieron por primera vez al Tío Ho. “Estábamos detrás del escenario, observando al Tío Ho que estaba trabajando. Estábamos tan absortos, que olvidamos que era hora de actuar”, recordó Thi Nga. Ese día, mientras se interpretaba la canción “Victoria de Dien Bien”, los presentes aplaudieron continuamente. El colectivo también se dirigió a Hanói después de enterarse de que el ejército pronto regresaría para tomar el control de la capital.
El viaje de regreso a la capital fue muy feliz para los miembros del grupo. La noche del 9 de octubre, la Compañía de Representación Artística de la Dirección General de Política pasó la noche en la antigua ciudadela, en la calle de Hoang Dieu. “No pudimos dormir en toda la noche, esperando ansiosamente que llegara la mañana. Es imposible describir la felicidad de aquel momento”, contó Thi Nga.
Antes, el equipo participó en el Festival de expresión artística de todo el ejército, donde se dividió en tres grupos con diferentes misiones: volver a tomar el control de la capital; regresar a servir en la ciudad de Nam Dinh; y dar la bienvenida a los compatriotas del sur. Thi Nga pertenecía al primero, que regresó a la capital el 10 de octubre.
Debido a las limitaciones de tiempo y a que tuvieron que viajar por carretera, el primer grupo marchó y ensayó al mismo tiempo. La noche del 9 de octubre, llegó a Hanói y tomó un coche que lo llevó directamente a la antigua ciudadela. “El 9 de octubre todo todavía se mantenía en secreto, el auto estaba tapado. Solo recuerdo que, al llegar a la calle de Dien Bien Phu, vi una barbería. Fue la primera vez que vi hermosas luces de neón”, dijo Thi Nga.
Antes de llegar a la capital, al equipo se le enseñó muy seriamente “no tomar la aguja ni el hilo de la gente”, una de las doce normas disciplinarias del ejército en su interacción con el pueblo. En la práctica, ello consistía en que los soldados tenían prohibido tomar la más mínima pertenencia de la población. Los padres de Thi Nga llegaron desde la zona franca a la capital y le regalaron cuatro rollos de lana, pero ella no se atrevió a aceptarlos ni a tomar fotografías.
A las 8:00 en punto del 10 de octubre de 1954, el ejército occidental, formado por soldados de infantería de la División de la Capital, liderado por su jefe, el héroe Nguyen Quoc Tri, partió de Quan Ngua (ahora Palacio de Deportes de Quan Ngua) hacia la capital. La delegación pasó por las calles de Kim Ma, Nguyen Thai Hoc, Cua Nam y Hang Bong.
“Nuestro vehículo en ese momento también estaba entrando en Hang Dao, continuando hacia Hang Ngang, Hang Duong hasta el mercado de Dong Xuan... ¡Oh! Es imposible expresar mis emociones al pasar por los lugares de la querida capital…”, exclamó Thi Nga al ver la capital, pomposa y espléndida, aunque estuviera marcada por las heridas de la guerra.
Exactamente a las 15:00 horas del 10 de octubre de 1954, la bocina del Teatro de Hanói comenzó a zona y lo hizo por un buen rato. La banda militar bajo la dirección del director Dinh Ngoc Lien interpretó el Himno Nacional y la bandera nacional fue izada al ritmo de la marcha militar. Después de nueve años, la bandera roja con la estrella dorada, la bandera de la Patria, ondeó en lo alto de la Torre de la Bandera de Hanói.
La primera actuación que el equipo presentó a los capitalinos en la Ópera de Hanói fue una coral de más de 50 miembros con la canción “Victoria de Dien Bien” del compositor Do Nhuan.
Actrices de la Compañía de Representación Artística de la Dirección General de Política en el acto de izamiento de la bandera.
Actrices de la Compañía de Representación Artística de la Dirección General de Política en el acto de izamiento de la bandera.
Thi Nga recordó con emoción: “Al llegar al lugar de la actuación, marchamos con uniformes militares nuevos y zapatos de cuero negros brillantes con paso firme y cantamos las canciones de marcha en el trayecto desde la iglesia de Lieu Giai (ahora hotel de La Thanh) hasta la Gran Ópera de Hanói: Doi Can, Le Hong Phong, Dien Bien Phu, Cua Nam, Trang Thi, Trang Tien. La gente a ambos lados de la calle estaba feliz y nos vitoreaba, y nosotros estábamos extremadamente emocionados y orgullosos. Aunque casi todos teníamos los pies hinchados y ensangrentados, estábamos alegres y olvidamos lo cansados que estábamos al subir al escenario”.
Canciones como “Liberación de Dien Bien” y “Ho keo phao” (“ho” es un canto folclórico en grupo destinado a promover el espíritu entre los participantes en una misma tarea y “keo phao” significa arrastre de artillería) se interpretaron una y otra vez en muchos escenarios. Además de actuar para los dirigentes y las delegaciones, el contingente lo hizo en los alrededores del lago Kiem y en lugares públicos para deleite de la población.
El coro de más de 50 personas interpreta la canción “Victoria de Dien Bien” del compositor Do Nhuan.
El coro de más de 50 personas interpreta la canción “Victoria de Dien Bien” del compositor Do Nhuan.
Durante una conversación en una tarde de otoño en Hanói, Thi Nga confesó que su máxima felicidad era conocer y cantar para el Presidente Ho Chi Minh y para las delegaciones internacionales en Vietnam. Durante el tiempo en que el Tío Ho vivió en el Palacio Presidencial, Thi Nga y las cantantes Tuong Vy y Linh Nham, en su tiempo libre, solían venir al palacio para interpretar música o leer libros y periódicos al querido líder.
Incluso a sus 87 años, Thi Nga conserva una voz inconfundible y un encanto oculto. Nunca dejó de sonreír radiante durante la charla en la casita en la calle de Ton That Thiep. Aunque ahora son cada vez menos —solo se reúnen en ocasiones especiales—, y separados, los miembros del equipo de interpretación artística de aquel año siguen unidos en el recuerdo de la felicidad y la emoción de los días en que tomaron la capital.
Dirección: Nam Dong
Redacción: Truong Ngoc
Presentación: Diec Duong
Foto: Ha Nam, fotos de archivo
Traducción: My Phuong, Trang Ngan